San Sebastian, pesca, barcos, viejas y nuevas costumbres. Entrevista de 2009
Un mar de dificultades
Parte del futuro del puerto pesquero está en manos de jóvenes como Iñaki Alberdi, un arrantzale que sueña con comprar un barco e introducir novedades en el sector. No le faltan ideas, sólo financiación
Iñaki Alberdi posa con el muelle donostiarra a sus espaldas.
VARÓN de 33 años con formación adecuada, pero con dificultades para encauzar su futuro laboral en el sector que más le gusta: la pesca. Ése es el perfil de Iñaki Alberdi,
un joven marinero donostiarra que sueña con trabajar de patrón de pesca polivalente. Las condiciones laborales y económicas, sin embargo, no están a su favor y teme que sus aspiraciones no lleguen a buen puerto.
Palabras como problema, incertidumbre, sobrepesca, cambio, escasez, financiación y expectativa, salen una y otra vez de la boca de Alberdi cuando le se pregunta sobre la situación que vive en la actualidad el puerto de Donostia. El futuro está «oscuro», pero este joven arrantzale se resiste a perder la esperanza. No en vano ha invertido muchos años de su vida formándose para trabajar como patrón.
SU HISTORIA
Una familia poco corriente
La de Iñaki Alberdi no es una historia corriente. No fue su familia quien le transmitió el apego a la mar, como ocurre en muchos casos, sino que fue él el que decidió formarse para convertirse en patrón. «Mis aitas se sorprendieron bastante, pero lo tenía claro y no les quedó otro remedio que aceptarlo», recuerda bromeando.
Empezó a trabajar como marinero en 1998, pero no tardó en interrumpir esta etapa para comenzar a estudiar. Primero se matriculó en la escuela náutica de Pasaia, donde obtuvo el título de patrón polivalente, y después, se graduó como técnico superior de producción acuícola en Mutriku. Desde hace casi dos años trabaja junto a su patrón en uno de los quince barcos de bajura del muelle, en el Guk, donde está realizando el periodo de dos años de prácticas antes de ser patrón.
Después, «todo son incógnitas» porque cuenta que no falta mucho tiempo para que su jefe se jubile y él no dispone de los ingresos necesarios para adquirir un barco y emprender un negocio propio, tal y como le gustaría. «Cuando los arrantzales no tenían formación, se les pedía que estudiaran. Y ahora que los hacemos, no hay trabajo para nosotros», comenta Alberdi.
Y es que, según su testimonio, «cada vez hay menos pescado y los veteranos se están retirando sin que exista un relevo generacional». Hoy por hoy, subraya, «hay pocos jóvenes que muestren intenciones de continuar los pasos de los veteranos porque es un sector en el que muchas veces el sueldo depende de las capturas».
Una de las razones, en su opinión, es que «no hay muchas facilidades, porque casi todas las inversiones se han destinado a mejorar la tecnología para pescar, cuando cada vez hay menos peces». Por eso, Alberdi cree que «sería acertado invertir también en la recuperación de especies marinas como se hace con el salmón del Bidasoa, dando así trabajo a gente cualificada».
Mientras sueña con cumplir su deseo, Alberdi trabaja «los días en los que la meteorología lo permite» capturando lubinas y pescados de roca. Este joven pescador es un apasionado de su profesión, pero está preocupado por su futuro. «Cada barco es una micro-empresa y si no hay pescado, no hay dinero», argumenta.
«Esto sí que es amor al arte porque de lo contrario, muchos habrían intentado cambiar de trabajo», apunta el joven arrantzale. Pero no. Él no quiere hacerlo y por eso espera que la situación cambie «lo antes posible».
Para eso, comenta, es necesario obtener facilidades de financiación para poder adquirir un barco y emprender una empresa. «Si yo tuviera un barco, no enfocaría el negocio a la pesca, sino que barajaría otras posibilidades», explica al respecto.
En cualquier caso, queda claro que en manos de jóvenes como Alberdi está el futuro del puerto donostiarra. «Es importante preservar este puerto porque es más artesanal y especial que otros», opina este emprendedor, que piensa que la clave estriba en la pesca sostenible.
«Estamos entre la espada y la pared porque si hoy limitamos la pesca, mañana habrá mejores capturas. Pero, mientras tanto, no habría ingresos», explica, para concluir que «hay que evitar la sobrepesca y enfocar de manera adecuada las subvenciones para que los pescadores puedan seguir trabajando en la mar»